roubini180_Mark Schiefelbein - PoolGetty Images_USchina Mark Schiefelbein/Pool/Getty Images

Impedir una guerra entre Estados Unidos y China

NUEVA YORK – Estados Unidos y China siguen en un curso de colisión. La nueva guerra fría entre ambos puede terminar recalentándose por la cuestión de Taiwán. La “trampa de Tucídides” -en la que una potencia en ascenso parece destinada a chocar con un poder hegemónico gobernante- se asoma ominosamente. Pero una escalada seria de las tensiones sino-norteamericanas, para no hablar de una guerra, todavía se puede evitar, lo que le ahorraría al mundo las consecuencias catastróficas que, inevitablemente, sobrevendrían después.

Siempre habrá al menos algunas tensiones cuando una potencia en ascenso desafía al poder global prevaleciente. Pero China se enfrenta a Estados Unidos en un momento en que el poder relativo de éste puede estar debilitándose, y cuando está decidido a impedir su propia decadencia estratégica. Ambas partes, en consecuencia, se están volviendo cada vez más paranoicas respecto de las intenciones del otro y la confrontación, esencialmente, ha suplantado a la competencia y la cooperación saludables. Ambos países tienen parte de culpa. 

Bajo la presidencia de Xi Jinping, China se ha vuelto más autoritaria y ha avanzado aún más hacia un capitalismo de estado, en lugar de adherir al concepto de “reforma y apertura” de Deng Xiaoping. Asimismo, la máxima de Deng, “esconde tu fuerza, espera tu momento”, ha cedido espacio a una asertividad militar. China implementa una política exterior cada vez más agresiva y las disputas territoriales entre ella y varios vecinos asiáticos se han agravado. China ha intentado controlar el Mar de la China Oriental y el Mar de la China Meridional, y se ha vuelto cada vez más impaciente por una “reunificación” con Taiwán por cualquier medio necesario.

https://prosyn.org/zRBFv22es