

Though the US Federal Reserve’s first interest-rate hike of 2023 is smaller than those that preceded it, policymakers have signaled that more increases are on the way, despite slowing price growth. But there is good reason to doubt the utility – and fear the consequences – of continued rate hikes, on both sides of the Atlantic.
BEIJING – El mes pasado, el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump disparó la primera andanada de medidas de lo que rápidamente se está convirtiendo en una guerra comercial con todas las letras. Si bien el comercio es hace tiempo motivo de fricciones en la relación sinoestadounidense, pocos esperaban semejante escalada, sobre todo porque los economistas en general consideran que las guerras comerciales perjudican a todas las partes. ¿Cómo llegamos a este punto? ¿Podemos revertirlo antes de que sea demasiado tarde?
Ante todo, Trump no parece entender cómo funciona el comercio internacional. Piensa que los 500 000 millones de dólares de déficit comercial de Estados Unidos con China implican una pérdida: el resultado de gobiernos estadounidenses “incompetentes” que permitieron a sus homólogos chinos aprovecharse de ellos. De hecho, según Trump, Estados Unidos ya perdió una “guerra comercial” con China hace años.
Pero la cuestión de la balanza comercial es mucho más compleja que como la interpreta Trump. Para empezar, gran parte de las exportaciones chinas incluyen componentes fabricados en otros países, de modo que su superávit comercial en realidad incluye también los de muchos otros.
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