Los Derrotados Permanecen Desafiantes

HARARE: Antes de las elecciones presidenciales de Zimbabue que tuvieron lugar a inicios del presente mes, creía que si las elecciones no eran manejadas de manera adecuada, habría serias consecuencias en el país y en toda África del sur. A pesar de la sombra de la guerra y del terrorismo, convoqué a una elección justa y libre. El pueblo de Zimbabue no la recibió. En cambio, recibió terrorismo.

En los dos años que llevaron a la votación presidencial, el pueblo de Zimbabue fue sujeto de seria intimidación, acoso y miedo, todos parte de un programa más amplio de terrorismo estatal llevado a cabo por la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF) de Robert Mugabe. El terrorismo de la ZANU-PF fue conducido por algunos elementos de mala índole de entre los veteranos de la guerra de independencia de Zimbabue que tuvo lugar hace dos décadas, así como por miembros de la milicia gubernamental y por jóvenes, todos apoyados activamente por la policía.

Esa intimidación y esa violencia hicieron que mi partido, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), no pudiera alcanzar al electorado en grandes zonas de la provincia. En añadidura, el gobierno del presidente Mugabe, mi oponente, retiró efectivamente el derecho al voto de cientos de miles de votantes urbanos, sobre todo en la capital, Harare, y en la ciudad de Chitungwiza. Debido a una cantidad errada de casillas electorales, pienso que sólo en Harare y en Chitungwiza más de 360,000 personas hicieron fila para votar pero nunca tuvieron oportunidad de entregar su boleta.

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