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Las opciones más difíciles de Obama están por venir

TEL AVIV – Era natural que Barack Obama, un presidente cuya elección fue uno de los acontecimientos más revolucionarios de la historia de los Estados Unidos, ocupara sus 100 primeros días con un programa impresionante y global. Éstos son tiempos de dificultades y conmoción que requieren semejante osadía. Obama, dotado de una energía y una autoconfianza asombrosas, ha emprendido una tarea titánica para rehacer la economía de los Estados Unidos y reparar un sistema internacional dañado y deficiente.

Tal vez sea sobre todo en la política interior de Obama –el paso a un sistema fiscal más socialdemócrata y a una atención de salud universal– en la que se puede ver mejor la inclinación ideológica del nuevo presidente, pero la insistencia en la reducción de las desigualdades sociales no cuadra fácilmente con los valores de unos Estados Unidos profundamente individualistas y el intento de “europeizar” la naturaleza del contrato social entre el Estado y sus ciudadanos podría chocar aún con los principios constitutivos del sistema americano.

A la hora de rescatar el sistema financiero, en pleno desplome, de los Estados Unidos, Obama ha sido mucho más intervencionista que gobierno europeo alguno. Por una vez, la tambaleante presidencia checa de la UE reflejó un consenso europeo, al calificar el astronómico estímulo financiero de Obama de “camino al infierno”. La explosión sin precedentes del déficit presupuestario de los Estados Unidos plantea el riesgo de una inflación elevada en el futuro... exactamente el tipo de situación que los europeos quieren prevenir a toda costa.

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