Dos semanas después de su triunfo, la resonante victoria electoral de Luiz Inácio "Lula" da Silva en Brasil sigue generando recelo en la derecha y generando expectativas entre los largamente descorazonados izquierdistas latinoamericanos. Su triunfo refleja tanto los símbolos como las realidades de la América Latina de hoy. Simboliza la impaciencia de los votantes, que ven que los problemas crónicos siguen sin ser resueltos, y pone en relieve la creencia generalizada de que los gobiernos de derecha son crónicamente corruptos. A medida que disipan el humo de la celebración de la izquierda y el coro de lamentos de la derecha, aparecen con más claridad los límites de lo que Lula puede y no puede hacer.
Dos semanas después de su triunfo, la resonante victoria electoral de Luiz Inácio "Lula" da Silva en Brasil sigue generando recelo en la derecha y generando expectativas entre los largamente descorazonados izquierdistas latinoamericanos. Su triunfo refleja tanto los símbolos como las realidades de la América Latina de hoy. Simboliza la impaciencia de los votantes, que ven que los problemas crónicos siguen sin ser resueltos, y pone en relieve la creencia generalizada de que los gobiernos de derecha son crónicamente corruptos. A medida que disipan el humo de la celebración de la izquierda y el coro de lamentos de la derecha, aparecen con más claridad los límites de lo que Lula puede y no puede hacer.