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Arreglando la gobernanza global

EDINBURGH – Después de la cumbre del G20 de la India y la Asamblea General de la ONU de este mes, los líderes mundiales asistirán a las reuniones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en Marrakech, antes de dirigirse a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) en Dubai. Pero hay poco optimismo en cuanto a que estas cumbres logren avances significativos para abordar nuestros mayores desafíos, no por falta de resolución, sino porque el código de reglas global que hemos estado siguiendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial ya no es adecuado para su propósito.

La creciente fragmentación del mundo quedó confirmada en la cumbre del G20. Aunque la reunión marcó la llegada de la India como gran potencia, el momento de triunfo del primer ministro Narendra Modi fue fugaz. La cumbre hizo poco para evitar que la década de 2020 se convirtiera casi con certeza en una década de bajo crecimiento.

A pesar de la admisión de la Unión Africana como miembro de pleno derecho del G20, el Sur Global recibió escaso alivio para sus aplastantes deudas. Y aunque los miembros del G20 son responsables del 75% de las emisiones globales de carbono, la cumbre no logró abordar la magnitud del déficit de financiación climática. A partir de las conclusiones de la Revisión de la Adecuación de Capital del G20, la administración Biden se ha comprometido a asegurar 25 mil millones de dólares adicionales para el Banco Mundial; pero esa cifra está muy por debajo del refuerzo anual de 260 mil millones de dólares que el ex Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Lawrence H. Summers, recomendó en el informe Singh-Summers al G20 de este año.

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