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El costoso regreso de la geopolítica

LONDRES – Una de las lamentables consecuencias de El origen de las especies de Charles Darwin fue el advenimiento de la pseudociencia conocida como geopolítica. Inspirándose en los conceptos de Darwin de “selección natural” y “supervivencia del más apto”, los progenitores de la geopolítica sostuvieron que toda la historia estaba moldeada por una competitiva “lucha de naciones”. Este abordaje, que contrastaba con la visión armoniosa de las relaciones internacionales defendida por los pensadores de la Ilustración y los economistas clásicos, veía a todos los países como depredadores potenciales, y a larga, a los países más exitosos, sometiendo al resto.

A partir de finales del siglo XIX, las principales universidades occidentales crearon departamentos de geopolítica con el objetivo de formar a futuros líderes en esta “ciencia” emergente. Pensadores alemanes como Karl Haushofer, ansiosos por establecer la reivindicación alemana de un “lugar bajo el sol”, fueron entusiastas partidarios. Pero la geopolítica también cautivó a intelectuales británicos como Halford Mackinder, que buscaban preservar la supremacía naval de Gran Bretaña. En su ensayo de 1904 “El pivote geográfico de la historia”, Mackinder célebremente afirmó: “Quien gobierne en Europa del Este dominará el pivote continental (también llamado heartland); quien gobierne el pivote continental dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo”. La ambición de desafiar al Reino Unido llevó más tarde a Alemania a iniciar dos guerras mundiales para arrebatar a Rusia el control del corazón de Eurasia.

Cuando el Imperio Británico empezó a declinar, la geopolítica encontró un nuevo hogar en Estados Unidos. Pero mientras pensadores como Mackinder se centraron en el corazón de Eurasia, el politólogo Nicholas Spykman destacó la centralidad del anillo continental (también llamado ‘rimland’), que abarcaba todas las regiones costeras de Europa occidental, Oriente Medio y el Pacífico oriental que la rodeaban. En 1944, Spykman revisó la aseveración de Mackinder, y afirmó: “Quien controla el anillo continental gobierna Eurasia; quien gobierna Eurasia controla los destinos del mundo”. Con esto en mente, Estados Unidos se propuso controlar el anillo continental de Eurasia.

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