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Los bancos centrales enfrentan un año de desafíos en aumento

SEATTLE – Después de un año que implicó uno de los mayores giros en U en la historia de la política monetaria reciente, los bancos centrales hoy esperan que en 2020 reine la paz y la tranquilidad. Esto es particularmente válido para el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos, las dos instituciones monetarias más poderosas del mundo. Pero la paz y la tranquilidad cada vez están más lejos de su control directo; y sus esperanzas fácilmente podrían verse frustradas si los mercados sucumbieran a ciertas incertidumbres de mediano plazo, muchas de las cuales se extienden más allá de la economía y las finanzas, en el terreno de la geopolítica, las instituciones y las condiciones políticas y sociales domésticas.

Hace poco más de un año, el BCE y la Fed transitaban el camino de una reducción gradual de sus balances extremadamente expandidos, y la Fed subía las tasas de interés de los niveles adoptados en mitad de la crisis financiera global. Ambas instituciones intentaban normalizar sus políticas monetarias después de años de apelar a tasas de interés ultra-bajas o negativas y de compras de activos en gran escala. La Fed había aumentado las tasas de interés cuatro veces en 2018, tenía previstos más aumentos para 2019 y había fijado la evolución de su balance en “piloto automático”. Y el BCE había terminado la expansión de su balance y comenzado a alejarse de mayores estímulos.

Un año después, estas medidas se han revertido. En lugar de subir más las tasas, la Fed las recortó tres veces en 2019. En lugar de reducir su balance, la Fed lo expandió en mayor magnitud durante los últimos cuatro meses del año que en cualquier período comparable desde la crisis. Y lejos de señalar una eventual normalización de su estructura de tasas, la Fed avanzó firmemente hacia un paradigma de tasas “más bajas por más tiempo”. El BCE también llevó su estructura de tasas de interés aún más en territorio negativo y reinició su programa de compra de activos. Como resultado de ello, la Fed y el BCE despejaron un sendero para muchos recortes de tasas de interés en todo el mundo, produciendo algunas de las condiciones monetarias globales más flexibles de las que haya registro.

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