BRUSELAS – Toda vez que una sociedad considera sus problemas mirándoles de manera exclusiva a través del prisma de las disputas distributivas, las posibilidades de resolverlos disminuyen en gran manera, debido a que la mentalidad de “nosotros contra ellos” distorsiona el análisis y bloquea las soluciones que de forma inequívoca podrían mejorar la situación en general. Cada decisión sobre política se percibe como un juego de suma cero, en el cual la ganancia de un grupo es necesariamente la pérdida del otro. Las nociones elementales de confianza y progreso se desvanecen.
En el pasado, hemos visto la medida en la que tales conflictos – entre pobres y ricos, terratenientes e industriales, o entre capital y mano de obra – pueden obstaculizar al desarrollo. En la actualidad en los EE.UU. vemos cómo los antagonismos enconados en materia fiscal y presupuestaria conducen a un callejón sin salida. Y, existen muchos ejemplos reformas económicas que fracasaron fundamentalmente porque se redujeron a la mencionada lógica de suma cero.
Sin embargo, dicha lógica en ningún otro lugar es más relevante de lo que hoy en día lo es en Europa. Desde que comenzó la crisis del euro, hace tres años, ha habido una lucha constante entre dos lecturas de la misma.
BRUSELAS – Toda vez que una sociedad considera sus problemas mirándoles de manera exclusiva a través del prisma de las disputas distributivas, las posibilidades de resolverlos disminuyen en gran manera, debido a que la mentalidad de “nosotros contra ellos” distorsiona el análisis y bloquea las soluciones que de forma inequívoca podrían mejorar la situación en general. Cada decisión sobre política se percibe como un juego de suma cero, en el cual la ganancia de un grupo es necesariamente la pérdida del otro. Las nociones elementales de confianza y progreso se desvanecen.
En el pasado, hemos visto la medida en la que tales conflictos – entre pobres y ricos, terratenientes e industriales, o entre capital y mano de obra – pueden obstaculizar al desarrollo. En la actualidad en los EE.UU. vemos cómo los antagonismos enconados en materia fiscal y presupuestaria conducen a un callejón sin salida. Y, existen muchos ejemplos reformas económicas que fracasaron fundamentalmente porque se redujeron a la mencionada lógica de suma cero.
Sin embargo, dicha lógica en ningún otro lugar es más relevante de lo que hoy en día lo es en Europa. Desde que comenzó la crisis del euro, hace tres años, ha habido una lucha constante entre dos lecturas de la misma.