CAMBRIDGE – Los libios tienen una nueva oportunidad en la vida, la sensación de que, por fin, son dueños de su destino. Tal vez los iraquíes, después de un decenio de guerra, se sientan igual. Los dos países son productores de petróleo y existe la esperanza generalizada entre sus ciudadanos de que esa riqueza será una gran ventaja para reconstruir sus sociedades.
Entretanto, en África, Ghana ha empezado a bombear a petróleo y Uganda está a punto de hacerlo también. De hecho, desde el África occidental hasta Mongolia los países están experimentando beneficios inesperados resultantes de nuevos descubrimientos de riqueza petrolera y mineral. La euforia se intensifica por los niveles sin precedentes que los precios del petróleo y los minerales han alcanzado en los mercados mundiales en los cuatro últimos años.
Muchos países han estado en esa situación antes, eufóricos ante bonanzas en materia de recursos naturales para después ver con decepción acabarse el auge con la oportunidad desperdiciada, con pocos réditos en cuanto a una mayor calidad de vida para su pueblo, pero actualmente tanto en Libia como en Ghana los dirigentes políticos tienen una ventaja: la mayoría conocen muy bien la Historia y quieren saber cómo evitar la infame “maldición” de los recursos naturales.
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Calls at this year’s Shangri-La Dialogue in Singapore to improve military-to-military communication between the US and China, especially in light of increasingly aggressive encounters at sea and in the air, fell on deaf ears. Despite the best efforts of the US and its allies, China is in no hurry to re-engage.
considers the implications of the complete collapse of defense diplomacy between the US and China.
To think that technology will save us from climate change is to invite riskier behavior, or moral hazard. Whether a climate solution creates new problems has little to do with the solution, and everything to do with us.
offers lessons for navigating a field that is fraught with hype, unintended consequences, and other pitfalls.
CAMBRIDGE – Los libios tienen una nueva oportunidad en la vida, la sensación de que, por fin, son dueños de su destino. Tal vez los iraquíes, después de un decenio de guerra, se sientan igual. Los dos países son productores de petróleo y existe la esperanza generalizada entre sus ciudadanos de que esa riqueza será una gran ventaja para reconstruir sus sociedades.
Entretanto, en África, Ghana ha empezado a bombear a petróleo y Uganda está a punto de hacerlo también. De hecho, desde el África occidental hasta Mongolia los países están experimentando beneficios inesperados resultantes de nuevos descubrimientos de riqueza petrolera y mineral. La euforia se intensifica por los niveles sin precedentes que los precios del petróleo y los minerales han alcanzado en los mercados mundiales en los cuatro últimos años.
Muchos países han estado en esa situación antes, eufóricos ante bonanzas en materia de recursos naturales para después ver con decepción acabarse el auge con la oportunidad desperdiciada, con pocos réditos en cuanto a una mayor calidad de vida para su pueblo, pero actualmente tanto en Libia como en Ghana los dirigentes políticos tienen una ventaja: la mayoría conocen muy bien la Historia y quieren saber cómo evitar la infame “maldición” de los recursos naturales.
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