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La COVID-19 es más importante que el nacionalismo

NUEVA YORK – Hace poco iba caminando por East 29th Street en Manhattan, tras visitar a una persona internada en el Bellevue Hospital, cuando me sacó de mis pensamientos un hombre blanco de mediana edad que le gritó a un anciano chino: «¡Vete de mi país, chino de mierda!». El anciano se quedó atónito; lo mismo yo, hasta que me repuse y respondí a los gritos (apelando a la riqueza expresiva de mi inglés australiano nativo) «¡Vete a tomar por culo y déjalo en paz, blanco racista de mierda!».

El tránsito de peatones se detuvo. En eso un joven blanco de pelo oscuro se abalanzó sobre mí. Ajeno al pugilismo por instinto y por formación, me preparé para lo que venía. Pero el joven se detuvo a unos centímetros y me dijo: «Gracias por defenderlo. Combatí en Irak para eso: para que personas como él puedan ser libres».

Dejando a un lado la complicada historia de la guerra de Irak, la COVID-19 es un claro recordatorio de que las pandemias globales, como el cambio climático, no respetan fronteras políticas. Es probable que lo que pasó con el virus en China en enero y febrero se repita en buena parte del mundo en marzo y abril. Habrá variaciones en la cantidad de infecciones, según imponderables como la temperatura, la relativa solidez de los sistemas sanitarios de detección y tratamiento, y los diferentes niveles de resiliencia financiera y económica. De modo que es momento para prepararnos inteligentemente para esas contingencias, no de sucumbir a un pánico irracional, y mucho menos ceder a estereotipos racistas.

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