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NUEVA YORK – Cada vez que se predice el fracaso del bitcoin y otras criptomonedas, suele generarse en respuesta una defensa más amplia de la tecnología subyacente: la “cadena de bloques” o blockchain. Es verdad (dice el argumento) que más de la mitad de las “ofertas iniciales de monedas” hasta la fecha fracasaron, y que lo mismo sucederá con la mayoría de las más de 1500 criptomonedas que hay, pero aun así, el blockchain revolucionará las finanzas y las interacciones humanas en general.
En realidad, el blockchain es una de las tecnologías más infladas de la historia. Para empezar, es menos eficiente que la tecnología anterior de base de datos. Cuando se dice que una aplicación se ejecuta “sobre blockchain”, esto en general significa que la aplicación está distribuida entre una multitud de dispositivos.
La necesidad de espacio de almacenamiento y poder de cómputo, así como la latencia, son considerablemente mayores que en el caso de una aplicación centralizada. Los blockchains que incorporan tecnologías de “prueba de participación” o “no divulgación de conocimiento” (conocimiento cero) demandan verificar criptográficamente todas las transacciones, lo que las hace más lentas. Los que usan “prueba de trabajo”, como muchas criptomonedas muy difundidas, generan otro problema: su verificación demanda una inmensa cantidad de energía. Por eso las actividades de “minería” de bitcoins en Islandia van camino de consumir más energía este año que todos los hogares islandeses combinados.
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