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La austeridad contra Europa

MADRID – Ahora resulta cada vez más claro que lo que comenzó a finales de 2008 no es una recesión económica habitual. Casi cuatro años después del comienzo de la crisis, las economías desarrolladas no han logrado una recuperación sostenible e incluso los países más acomodados revelan señales de debilidad. Las dificultades de Europa, que afronta una segura recaída en la recesión, son ingentes.

No sólo Europa corre el riesgo de unos daños económicos duraderos; el desempleo elevado y de largo plazo y el descontento popular amenazan con debilitar permanentemente la cohesión de su tejido social y, políticamente, existe el peligro real de que los ciudadanos dejen de confiar en las instituciones, tanto las nacionales como las europeas, y se dejen tentar por llamamientos populistas, como en el pasado.

Europa debe evitar a toda costa esa posibilidad. El crecimiento económico debe ser la prioridad, pues sólo el crecimiento devolverá a las personas al trabajo y permitirá saldar las deudas de Europa.

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