angela merkel cdu TOBIAS SCHWARZ/AFP/Getty Images

Auf Wiedersehen, ¡y hasta nunca!

LONDRES – La apodaron Reina de Europa y, después de la elección del presidente estadounidense Donald Trump, líder del mundo libre. Mientras la Unión Europea tropezaba de crisis en crisis durante toda la década pasada, la mano firme de la canciller alemana Angela Merkel ayudó a mantener el bloque unido. Se supone que cuando entregue el cargo, después de la próxima elección federal en Alemania en 2021 (y tal vez mucho antes si su gran coalición se derrumba), todos la echarán de menos.

Pero es difícil que eso ocurra. Los trece años de Merkel en el cargo implicaron una Alemania a la deriva y una Europa en decadencia. Mientras eso ocurría, Merkel hizo la plancha: no encaró los crecientes problemas económicos y de seguridad de Alemania, y permitió que las numerosas crisis de Europa se agravaran. Su letárgico estilo empresarial de gobierno sería tolerable para un país pequeño en tiempos tranquilos, pero es catastrófico para la potencia dominante de Europa en una era de conmoción.

A diferencia de muchos países europeos, en la última década Alemania disfrutó un sólido crecimiento económico. Pero mal puede Merkel atribuirse el mérito. Durante sus cuatro gobiernos no se aprobaron reformas importantes procrecimiento. Y la obsesión con el superávit fiscal llevó a no invertir en las decrépitas infraestructuras del país y en su sistema educativo. Merkel no hizo nada para preparar a Alemania para la disrupción digital que amenaza con hacerle a su corazón fabril (en particular, a la industria automotriz) lo que el iPhone de Apple le hizo a Nokia. Alemania lamentará no haber abierto el paraguas antes de que llueva.

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