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El excepcionalismo estadounidense en 2024

CAMBRIDGE – A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2024, se distinguen tres bandos en el debate estadounidense sobre las relaciones del país con el resto del mundo: los internacionalistas liberales, al mando desde la Segunda Guerra Mundial; los partidarios del atrincheramiento, que desean retirarse de algunas alianzas e instituciones; y quienes desean priorizar a EE. UU. de acuerdo con el eslogan «América primero», cuya visión del papel del país en el mundo es estrecha y, a veces, aislacionista.

Desde hace mucho los estadounidenses perciben a su país como excepcional desde un punto de vista moral. Stanley Hoffmann, un intelectual franco-estadounidense, dijo que aunque todos los países se ven a sí mismos como únicos, Francia y EE. UU. se destacan por creer que sus valores son universales. Francia, sin embargo, estuvo limitada por el equilibrio de poder europeo y, por ello, no fue capaz de dedicarse por completo a hacer realidad sus ambiciones universalistas. Solo EE. UU. tuvo suficiente poder para hacerlo.

El punto no es que los estadounidenses sean moralmente superiores, sino que muchos de ellos desean creer que su país es una fuerza del bien en el mundo. Desde hace mucho los realistas se quejan de que este moralismo de la política exterior estadounidense interfiere con un análisis claro del poder. Sin embargo, lo cierto es que la cultura política liberal estadounidense significó una diferencia enorme para el orden internacional liberal que existe desde la Segunda Guerra Mundial. El mundo actual sería muy diferente si Hitler hubiera sido el vencedor o la Unión Soviética de Stalin se hubiese impuesto en la Guerra Fría.

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