NUEVA YORK –A raíz de la quema de ejemplares del Corán por soldados de la base aérea de Bagram en el Afganistán, siguen aumentando las protestas y el número de muertos. Con ello han resultado evidentes tres puntos ciegos en los EE.UU.
Uno es el de los medios de comunicación de los EE.UU., cuyas informaciones sencillamente subrayan –y amplifican– el asombroso desconocimiento que desencadenó las protestas para empezar. Los periodistas profesionales están obligados a responder a cinco preguntas: quién, qué, por qué, dónde y cómo. Pero, al leer las crónicas de The Associated Press, The New York Times y The Washington Post, entre otros, busqué exhaustivamente antes de poder hacerme una idea de lo que se había hecho en realidad a esos ejemplares del Corán. No sólo diferían dichas crónicas, sino que, además, ninguna de ellas daba una idea clara de quién había hecho supuestamente algo, por no hablar de por qué y cómo.
¿Se quemaron los ejemplares del Corán, como decía un informe de los EE.UU., con la supervisión de oficiales militares de este país? ¿O los llevaron unos soldados a la incineración, como sostenía otra versión, como parte de un alijo de “propaganda extremista” y comunicaciones personales de los prisioneros, y trabajadores afganos de la base avisaron a otros sobre la naturaleza de ese material?
NUEVA YORK –A raíz de la quema de ejemplares del Corán por soldados de la base aérea de Bagram en el Afganistán, siguen aumentando las protestas y el número de muertos. Con ello han resultado evidentes tres puntos ciegos en los EE.UU.
Uno es el de los medios de comunicación de los EE.UU., cuyas informaciones sencillamente subrayan –y amplifican– el asombroso desconocimiento que desencadenó las protestas para empezar. Los periodistas profesionales están obligados a responder a cinco preguntas: quién, qué, por qué, dónde y cómo. Pero, al leer las crónicas de The Associated Press, The New York Times y The Washington Post, entre otros, busqué exhaustivamente antes de poder hacerme una idea de lo que se había hecho en realidad a esos ejemplares del Corán. No sólo diferían dichas crónicas, sino que, además, ninguna de ellas daba una idea clara de quién había hecho supuestamente algo, por no hablar de por qué y cómo.
¿Se quemaron los ejemplares del Corán, como decía un informe de los EE.UU., con la supervisión de oficiales militares de este país? ¿O los llevaron unos soldados a la incineración, como sostenía otra versión, como parte de un alijo de “propaganda extremista” y comunicaciones personales de los prisioneros, y trabajadores afganos de la base avisaron a otros sobre la naturaleza de ese material?