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La crisis global de salud mental exige una nueva manera de pensar

LONDRES – El mundo está atrapado en las garras de una crisis de salud mental. Desde la creciente ansiedad climática en los países ricos como Estados Unidos hasta el trauma intenso en zonas de conflicto como Ucrania y Gaza (especialmente entre los niños), el sufrimiento psicológico se ha propagado, y los servicios de atención médica tradicionales no pueden seguir el ritmo. Esto deja a decenas de millones de personas frente al riesgo de patologías graves y suicidio.

Hoy en día, más del 25% de la población mundial reporta sentimientos de aislamiento social y soledad, y más de 150.000 personas entre 15 y 29 años mueren por suicidio cada año. El cambio climático amenaza con hacer subir estas cifras desoladoras. Como informa la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos, el cambio climático puede “conducir a una pérdida del empleo, obligar a la gente a mudarse y afectar la cohesión social y los recursos comunitarios, todo lo cual tiene consecuencias para la salud mental”. Asimismo, contemplar el cambio climático y sus consecuencias tanto para “la seguridad nacional como para el bienestar individual” puede causar una “angustia importante”.

Ningún grupo está a resguardo. Los jóvenes temen por su futuro, la gente mayor se aflige por la destrucción del mundo de su niñez y los activistas y científicos climáticos sufren agotamiento emocional y desesperación. Y esto sin considerar el estrés postraumático y la depresión experimentados por quienes ya están afectados por los desastres relacionados con el clima, particularmente en las economías en desarrollo vulnerables.

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