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La urgencia de la reestructuración de las deudas soberanas

BOGOTÁ – Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, el mundo en desarrollo ha enfrentado crecientes vulnerabilidades en materia de endeudamiento estatal. Los aumentos de las tasas de interés y el acceso limitado a los mercados internacionales de capital no han hecho más que exacerbar el problema, hasta el punto de que incluso los países solventes se enfrentan ahora a problemas de liquidez. Además, el Fondo Monetario Internacional predice que, en los próximos años, los niveles de deuda de los países en desarrollo seguirán siendo más altos que en 2019. Parece claro que muchos países de ingresos bajos y medios seguirán experimentando tensiones asociadas a sus deudas, incluso si no están en riesgo de incumplir con sus obligaciones.

Sin embargo, la gravedad de la crisis no se ha reflejado en la agenda de cooperación global. La Cumbre del G20 del año pasado en Nueva Delhi, por ejemplo, hizo importantes propuestas para la financiación del desarrollo, pero avanzó poco en la solución del sobreendeudamiento de los países de ingresos bajos y medios. Aún más importante, el mundo todavía carece de un mecanismo integral de reestructuración de las deudas para abordar este problema recurrente.

El mecanismo de reestructuración de deuda más antiguo que existe, el Club de París, solo cubre únicamente las deudas contraída con sus 22 miembros, principalmente países de la OCDE. En ocasiones, los prestamistas multilaterales y los gobiernos extranjeros han adoptado respuestas ad hoc para manejar las crisis de las deudas soberanas. Por ejemplo, el Plan Brady, respaldado por Estados Unidos y aplicado después de la crisis latinoamericana de los años 1980, ayudó a reducir las deudas de algunos países y catalizó el desarrollo de un mercado de bonos soberanos para los países en desarrollo. En 1996, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial lanzaron la Iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados, para brindar un respiro necesario a los países de bajos ingresos; esto se complementó en 2005 con la Iniciativa de Alivio de la Deuda Multilateral, que canceló las deudas de los países elegibles con acreedores multilaterales.

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