US President-elect Joe Biden may have promised a “return to normalcy,” but the truth is that there is no going back. The world is changing in fundamental ways, and the actions the world takes in the next few years will be critical to lay the groundwork for a sustainable, secure, and prosperous future.
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PARÍS – En momentos en que la crisis de la COVID‑19 paraliza Francia, el INSEE (el instituto francés de estadísticas) sitúa en 35% la caída de la actividad económica respecto de la normalidad; y calcula que la magnitud de la caída del consumo de los hogares es similar.
Estas cifras implican que cada mes adicional de cierre de la economía reduce en tres puntos porcentuales el PIB anual. Y la situación sectorial es obviamente peor: la actividad comercial se redujo un 40%, la producción industrial un 50%, y algunos sectores de servicios están totalmente detenidos. Estimaciones ex ante para Alemania y el Reino Unido son similares, y en cualquier caso, las cifras correspondientes pueden ser más grandes en economías donde el sector público es más pequeño.
Dado que un shock de esta magnitud puede eliminar en cuestión de semanas incluso empresas prósperas, la respuesta de los gobiernos ha sido notablemente similar. Para evitar quiebras, están dando liquidez de emergencia a las empresas privadas mediante cuantiosos esquemas de garantías y el diferimiento del pago de impuestos (muchos de los cuales nunca se cobrarán). Por ejemplo, en Alemania se ha iniciado un programa de garantías públicas por 400 000 millones de euros para que los bancos refinancien las deudas pendientes de las empresas. En el agregado, los esquemas de provisión fiscal de liquidez a empresas y trabajadores de la eurozona equivalen al 13% del PIB.
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