pistor17_Caroline Brehman-PoolGetty Images_us constitution Caroline Brehman/Pool/Getty Images

El combate contra los enemigos internos de la democracia estadounidense

WASHINGTON, DC – Con la negativa de Donald Trump y los dirigentes del Partido Republicano a aceptar la derrota frente a un claro resultado electoral, la democracia está frente a un ataque sin precedentes en Estados Unidos. Si los estadounidenses confiaran en sus instituciones democráticas habría pocos motivos para preocuparse, el comportamiento de Trump podría considerarse un berrinche y el de los líderes republicanos, una cínica manera de seguirle la corriente a un narcisista adorado por los votantes de su partido.

Sin embargo, las intrigas de Trump y la complicidad de los líderes republicanos no se pueden dejar de lado tan fácilmente. Justifican una profunda ansiedad, porque la amenaza política no deriva del mal comportamiento de una única persona o sus secuaces, sino de comprender que incluso una democracia bien establecida es incapaz de defenderse del nihilismo.

La democracia descansa sobre ciertos principios que están siendo atacados despiadadamente en EE. UU. Los hechos son rutinariamente tildados de «falsos» y sustituidos por «hechos alternativos», se movilizan los tribunales, no para que tengan en cuenta las pruebas sobre las fechorías, sino para obstruir, o mantener una narrativa políticamente ventajosa. Se usó la separación de los poderes para convertir al Congreso en el escenario de una profunda inacción, el proceso de designación judicial se politizó descaradamente y se abandonaron los principios más básicos de la democracia constitucional.

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