Educación para todas las niñas del mundo

NUEVA DELHI – Una de las preguntas más difíciles que me han hecho mientras fui subsecretario general de las Naciones Unidas, especialmente al hablar en público, fue: “Si tuviera que elegir una sola acción capaz de mejorar el mundo, ¿cuál sería?”

Con preguntas como esta, hasta al más directo de los comunicadores le sale el burócrata de adentro. Son preguntas que obligan a explicar la complejidad de los desafíos a los que se enfrenta la humanidad: la imposibilidad de individualizar una necesidad imperiosa por encima de todas los demás; que la lucha por la paz, la guerra a la pobreza y el combate para erradicar las enfermedades son batallas que se deben librar al unísono… y así, un largo etcétera.

Pero después aprendí a ser más atrevido, y empecé a aventurar una respuesta a esta, la más irrespondible de todas las preguntas. Ahora, si me piden elegir una única acción más importante que cualquier otra, mi respuesta se resume en una oración de cuatro palabras: “educar a las niñas”.

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