b0b91f0246f86f9c031bb800_pa2889c.jpg Paul Lachine

El nexo de las crisis

NUEVA YORK – Los estrategas políticos, los académicos y los periodistas suelen discutir la crisis financiera global y las guerras en Afganistán e Irak como si, de alguna manera, corrieran por sendas paralelas. Pero las crisis financiera y de política externa de hoy, en realidad, están estrechamente vinculadas. Por cierto, el modo en que el mundo intentó resolver la crisis financiera ofrece perspectivas interesantes sobre cómo debería encararse la crisis de política externa.

La crisis de política interna actual va más allá de Afganistán e Irak. El historial de países que pasan del conflicto a una paz frágil a través de la intervención militar o de acuerdos negociados es trágico: aproximadamente la mitad de ellos vuelven al conflicto, lo que lleva a una mayor tragedia humana y a un alto número de refugiados. Es más, los estados fallidos son incubadoras de terrorismo, tráfico de drogas y de personas, piratería y otras actividades ilícitas. De la mitad que se mantienen en situaciones de paz, la gran mayoría termina altamente dependiente de la ayuda externa -un modelo prácticamente insostenible en el contexto de la crisis financiera global.

Las dos crisis han creado un inmenso sufrimiento humano en todo el mundo: miles de familias han perdido a seres queridos en las guerras, y la crisis financiera se ha cobrado empleos, sustentos, patrimonios, pensiones y sueños de la gente, al mismo tiempo que agravó las condiciones fiscales y de endeudamiento de la mayoría de los países industriales. En consecuencia, los contribuyentes en los países donantes están exigiendo más transparencia y responsabilidad en la manera en que se gasta su dinero tanto fronteras adentro como en el exterior -y con justa razón.

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