El brutal atentado con bombas cometido en Madrid la semana pasada forma parte de una ola de terror que ha causado victimas cristianas y musulmanas. En todas partes el debate está centrado en la forma mejor de luchar contra esa forma de terrorismo y en la importancia que en ese marco reviste la iniciativa del Gran Oriente Medio, cuya aprobación en junio por parte del G8 y la OTAN desean los Estados Unidos.
El acuerdo está en el aire. A diferencia de dirigentes europeos como Joschka Fisher, ministro alemán de Asuntos Exteriores, los Estados Unidos excluyen el conflicto arábigo-israelí de esa iniciativa y quieren centrarlo exclusivamente en los problemas sociales y económicos que alimentan el extremismo y el terrorismo en el mundo islámico.
La preocupación por esa región no comenzó con los ataques de septiembre de 2001 en los Estados Unidos o con el atentado de Madrid. Ya en los decenios de 1980 y 1990, Europa había lanzado el "Proceso de Barcelona" para fomentar la democracia, la seguridad y el desarrollo en la región. Entonces, como ahora, abundaban los miedos sobre la inestabilidad regional, el estancamiento económico y el atraso social. También inspiraba angustia la idea de que la pérdida cada vez mayor de legitimidad por parte de los regímenes nacionalistas árabes beneficiaría a los islamistas radicales... miedo confirmado por la sangrienta guerra civil de Argelia en el decenio de 1990.
El brutal atentado con bombas cometido en Madrid la semana pasada forma parte de una ola de terror que ha causado victimas cristianas y musulmanas. En todas partes el debate está centrado en la forma mejor de luchar contra esa forma de terrorismo y en la importancia que en ese marco reviste la iniciativa del Gran Oriente Medio, cuya aprobación en junio por parte del G8 y la OTAN desean los Estados Unidos.
El acuerdo está en el aire. A diferencia de dirigentes europeos como Joschka Fisher, ministro alemán de Asuntos Exteriores, los Estados Unidos excluyen el conflicto arábigo-israelí de esa iniciativa y quieren centrarlo exclusivamente en los problemas sociales y económicos que alimentan el extremismo y el terrorismo en el mundo islámico.
La preocupación por esa región no comenzó con los ataques de septiembre de 2001 en los Estados Unidos o con el atentado de Madrid. Ya en los decenios de 1980 y 1990, Europa había lanzado el "Proceso de Barcelona" para fomentar la democracia, la seguridad y el desarrollo en la región. Entonces, como ahora, abundaban los miedos sobre la inestabilidad regional, el estancamiento económico y el atraso social. También inspiraba angustia la idea de que la pérdida cada vez mayor de legitimidad por parte de los regímenes nacionalistas árabes beneficiaría a los islamistas radicales... miedo confirmado por la sangrienta guerra civil de Argelia en el decenio de 1990.