El déficit de confianza chino-americano

NEW HAVEN – El recién concluido Diálogo estratégico y económico (DEE) entre los Estados Unidos y China ha sido una gran decepción. Ha carecido de estrategia en un momento en el que los dos países afrontan problemas formidables en muchos frentes y, en lugar de diálogo, lo que ha habido ha sido una serie de discursos y temas de debate rigurosamente preparados de antemano. Lo más importante es que no se abordó un destructivo déficit de confianza en aumento, que representa la amenaza más grave para las relaciones chino-americanas en veinticinco años.

La situación que precedió a las negociaciones no era fácil. El Tesoro de los EE.UU. se había vuelto a quejar de la divisa china, que se había depreciado en un 2,4 por ciento frente al dólar en la primera mitad de 2014, después de haberse apreciado un 37 por ciento en los ocho años y medio anteriores. El Departamento de Estado y el Ministerio de Asuntos Exteriores de China estaban inmersos en una guerra verbal por las disputas territoriales y sobre las vías marítimas en los mares de la China Oriental y Meridional.

Pero los mayores nubarrones se dieron en el ciberfrente. Dos meses antes del DEE, el Departamento de Justicia de los EE.UU. procesó a cinco oficiales del Ejército Popular de Liberación (EPL) con treinta y una acusaciones, que iban de fraude y piratería informáticos y espionaje económico, pasando por el robo de identidad. La reacción de China fue la de suspender su participación en los intercambios militares bilaterales sobre ciberamenazas. Entretanto, las revelaciones de la amplitud de las actividades de ciberespionaje de los EE.UU. resonaron desde Capitol Hill hasta Berlín, lo que originó una legislación encaminada a controlar a la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, en gran media exenta de supervisión, y empañó la importante relación EE.UU.-Alemania.

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