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El gran replanteamiento

BERLÍN – ¿Sabía el Presidente ruso Vladimir Putin lo que estaba haciendo cuando ordenó la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022? Esa decisión marcó un punto de inflexión para Europa. Por primera vez en ocho décadas una gran guerra terrestre había hecho erupción en el continente, remeciendo las grandes ilusiones de paz de los europeos con una fuerza proporcional a la de las bombas rusas lanzadas sobre ciudades y pueblos ucranianos desde entonces.

Pareciera que Putin no puede concebir a Rusia como otra cosa que una potencia mundial autoritaria, temida y armada, pero para lograrlo se necesita la hegemonía rusa en Europa del este -una resurrección del legado imperial de la Rusia zarista y la Unión Soviética- para la cual Ucrania es imprescindible. Sin embargo, subestimó mucho la voluntad ucraniana de luchar y morir por su libertad y su independencia. Esto, junto con el apoyo proporcionado por la OTAN y la Unión Europea, le ha impedido alcanzar su objetivo.

Tres días después de la invasión, el Canciller alemán Olaf Scholz expresó bien el momento en un discurso al parlamento germano. “Estamos viviendo un punto de inflexión”, declaró, “Y eso significa que el mundo del mañana ya no será el que fue”. De hecho, la guerra de Ucrania implica mucho más de lo que la mayoría de la gente -Scholz incluido- pensaba hace 13 meses.

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