¿Casas o hábitats?

CAMBRIDGE – Hay una frase famosa de Peter Drucker, el influyente gurú de los negocios: “Lo que no se mide, no se hace”. A esta frase se le podría agregar esta otra: lo que se mide mal, se hace mal.

Tomemos por ejemplo la política de vivienda para familias de bajos ingresos. En la mayor parte de los países en desarrollo, y en muchos de los países ricos, el déficit habitacional se define por la cantidad de familias que viven en unidades que se consideran socialmente inaceptables. Pero lo que sea inaceptable puede ser muy diferente según el país del que se trate. En América Latina se considera indispensable que una casa cuente con instalación de agua, cloacas y electricidad, pero en la India, no.

El problema es que la gente no demanda casas: demanda hábitats. Una casa es un objeto, un hábitat es un nodo dentro de una multiplicidad de redes superpuestas: la física (electricidad, agua y saneamiento, calles), la económica (transporte urbano, mercados de trabajo, distribución y venta minorista, entretenimiento) y la social (educación, salud, seguridad, familia, amigos). Lo que da valor a un hábitat es la posibilidad de acceder a todas estas redes.

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