Cuando Vladimir Putin fue electo presidente de Rusia hace poco más de año, la gente esperaba la fuerza de un gobierno firme –algo que la mayoría de los rusos quería y que casi todos los extranjeros temían. En lo político obtuvieron eso exactamente. Sin embargo, en lo económico, el Presidente Putin ha sido un reformador sigiloso que anhela el consenso. Su cautela puede estar funcionando mejor de lo que nadie esperaba.
Cuando el Presidente Putin nombró a German Gref (un reformista de San Petersburgo, la ciudad natal del Presidente) ministro a cargo del desarrollo económico, le ordenó que elaborara una estrategia de largo plazo para la reforma económica. Dada la reputación de Gref, el presidente sabía que cualquier programa que él diseñara se ajustaría a los principios liberales. No obstante, cuando el programa estuvo listo seis meses después, el gobierno solamente aprobó la versión para dieciocho meses, no la estrategia de largo plazo. Se suprimieron todas las medidas relativas a la reforma del Estado
Parecía que el apoyo presidencial para Gref estaba disminuyendo. Al aumentar las críticas en contra de su programa, el Presidente pidió al gobernador de Khabarovsk, Viktor Ishayev, que formulara una estrategia alterna. El plan de Ishayev resultó significativamente más conservador, y se le ordenó a Gref que incorporara los aspectos positivos a su programa.
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Since the 1990s, Western companies have invested a fortune in the Chinese economy, and tens of thousands of Chinese students have studied in US and European universities or worked in Western companies. None of this made China more democratic, and now it is heading toward an economic showdown with the US.
argue that the strategy of economic engagement has failed to mitigate the Chinese regime’s behavior.
While Chicago School orthodoxy says that humans can’t beat markets, behavioral economists insist that it’s humans who make markets, which means that humans can strive to improve their functioning. Which claim you believe has important implications for both economic theory and financial regulation.
uses Nobel laureate Robert J. Shiller’s work to buttress the case for a behavioral approach to economics.
Cuando Vladimir Putin fue electo presidente de Rusia hace poco más de año, la gente esperaba la fuerza de un gobierno firme –algo que la mayoría de los rusos quería y que casi todos los extranjeros temían. En lo político obtuvieron eso exactamente. Sin embargo, en lo económico, el Presidente Putin ha sido un reformador sigiloso que anhela el consenso. Su cautela puede estar funcionando mejor de lo que nadie esperaba.
Cuando el Presidente Putin nombró a German Gref (un reformista de San Petersburgo, la ciudad natal del Presidente) ministro a cargo del desarrollo económico, le ordenó que elaborara una estrategia de largo plazo para la reforma económica. Dada la reputación de Gref, el presidente sabía que cualquier programa que él diseñara se ajustaría a los principios liberales. No obstante, cuando el programa estuvo listo seis meses después, el gobierno solamente aprobó la versión para dieciocho meses, no la estrategia de largo plazo. Se suprimieron todas las medidas relativas a la reforma del Estado
Parecía que el apoyo presidencial para Gref estaba disminuyendo. Al aumentar las críticas en contra de su programa, el Presidente pidió al gobernador de Khabarovsk, Viktor Ishayev, que formulara una estrategia alterna. El plan de Ishayev resultó significativamente más conservador, y se le ordenó a Gref que incorporara los aspectos positivos a su programa.
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