Poner un bozal a los perros de la guerra

WASHINGTON, D.C. –Cuando se encontraba en París como primer embajador de los Estados Unidos en Francia, Thomas Jefferson reflexionó sobre cómo podría el nuevo gobierno de los EE.UU. evitar los errores de los “déspotas” europeos, que mantenían a sus pueblos subyugados mediante la guerra y la deuda. En una carta a James Madison, observó que la Constitución de los EE.UU. había contenido al menos “el perro de la guerra”, al transferir “el poder de darle rienda suelta del Ejecutivo al Legislativo, de quienes han de gastar a quienes han de pagar”.

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