pisaniferry144_Tom Brenner for The Washington Post via Getty Images_jakesullivan Tom Brenner for The Washington Post via Getty Images

La amenaza económica de la primacía geopolítica indisciplinada

PARÍS – En las últimas semanas abundaron los discursos de líderes destacados sobre las relaciones de sus países con China y las posibles secuelas económicas de la fragmentación geopolítica. Es una discusión bienvenida, aunque llegue con mucho retraso; pero debe responder a una pregunta fundamental: ¿pueden coexistir la rivalidad y la integración económica?, y de ser así, ¿en qué condiciones? La respuesta decidirá la suerte de la economía mundial.

En febrero de 2020 Jennifer Harris y Jake Sullivan publicaron un artículo en el que destacaban la necesidad de un cambio en el pensamiento económico. A la hora de gestionar la globalización, señalaron, los profesionales dedicados a la política exterior la dejaron en gran medida en manos de la «pequeña comunidad de expertos que dirigen los asuntos económicos internacionales». Instaron a los especialistas en seguridad nacional a dar un paso adelante, recomendaron una postura proactiva para la inversión pública y defendieron un enfoque más cauto en la apertura comercial.

La geopolítica y la economía internacional responden desde hace mucho a dos paradigmas diferentes: los expertos en política exterior suelen ver a la política mundial como un juego de suma cero en el que los beneficios para un país implican pérdidas para otro; por el contrario, los economistas suelen centrarse en la posibilidad de lograr beneficios mutuos gracias a la cooperación multilateral y la integración basada en los mercados. Estos paradigmas contradictorios fueron combinados por la creencia compartida de que el comercio y la apertura beneficiaban a Estados Unidos. La hegemonía estadounidense generó inconvenientes, pero los beneficios superaban a los costos.

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