VARSOVIA – A medida que se asienta el polvo después de las elecciones parlamentarias polacas, muchos están encantados con el inicio de una nueva era... y muchos otros, bañados en desilusión. Mientras algunos entienden que los últimos ocho años durante los que gobernó el partido de derecha Ley y Justicia (PiS) fueron un lamentable error pasajero en la historia de nuestro país, otros cuestionan los propios cimientos del sistema democrático. Pero, independientemente de dónde nos situemos en el espectro político, todos debiéramos poder coincidir en que Polonia necesita una visión y una estrategia de país coherentes, que trasciendan las idas y vueltas de la política.
Como fundador de una empresa polaca de tecnología, veo las oportunidades para el país desde la óptica del emprendedor; pero, como hijo de un plomero que asistió a una escuela pública normal, también las veo como alguien que le debe su éxito a Polonia. Hoy veo un país que necesita una estrategia de largo plazo, no solo para los próximos 4 u 8 años, sino para los próximos 25. Eso implica implementar políticas e inversiones que garanticen la prosperidad y resiliencia sostenidas para el país, y ofrezcan a todos una oportunidad equitativa para el éxito.
¿Qué forma debieran adoptar? En primer lugar, convertirnos en uno de los 10 países más ricos para 2050 (en términos per cápita) debiera ser una meta nacional. Tal vez suene audaz, pero podemos lograrlo. El PBI per cápita polaco se multiplicó por 10 en los últimos 30 años. La tarea ahora es repetir esa historia, especialmente después de las últimas elecciones (que tuvieron la mayor participación en nuestra historia moderna: cerca del 74 %, 12 puntos porcentuales por encima de las históricas elecciones de 1989, que llevaron a la caída pacífica del comunismo en Polonia y Europa). Fijar ese tipo de metas tiene además la ventaja de trascender las divisiones políticas y ofrecer así un norte a todos los gobiernos subsiguientes.
VARSOVIA – A medida que se asienta el polvo después de las elecciones parlamentarias polacas, muchos están encantados con el inicio de una nueva era... y muchos otros, bañados en desilusión. Mientras algunos entienden que los últimos ocho años durante los que gobernó el partido de derecha Ley y Justicia (PiS) fueron un lamentable error pasajero en la historia de nuestro país, otros cuestionan los propios cimientos del sistema democrático. Pero, independientemente de dónde nos situemos en el espectro político, todos debiéramos poder coincidir en que Polonia necesita una visión y una estrategia de país coherentes, que trasciendan las idas y vueltas de la política.
Como fundador de una empresa polaca de tecnología, veo las oportunidades para el país desde la óptica del emprendedor; pero, como hijo de un plomero que asistió a una escuela pública normal, también las veo como alguien que le debe su éxito a Polonia. Hoy veo un país que necesita una estrategia de largo plazo, no solo para los próximos 4 u 8 años, sino para los próximos 25. Eso implica implementar políticas e inversiones que garanticen la prosperidad y resiliencia sostenidas para el país, y ofrezcan a todos una oportunidad equitativa para el éxito.
¿Qué forma debieran adoptar? En primer lugar, convertirnos en uno de los 10 países más ricos para 2050 (en términos per cápita) debiera ser una meta nacional. Tal vez suene audaz, pero podemos lograrlo. El PBI per cápita polaco se multiplicó por 10 en los últimos 30 años. La tarea ahora es repetir esa historia, especialmente después de las últimas elecciones (que tuvieron la mayor participación en nuestra historia moderna: cerca del 74 %, 12 puntos porcentuales por encima de las históricas elecciones de 1989, que llevaron a la caída pacífica del comunismo en Polonia y Europa). Fijar ese tipo de metas tiene además la ventaja de trascender las divisiones políticas y ofrecer así un norte a todos los gobiernos subsiguientes.