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El culto en la India que reverencia a Modi

NUEVA DELHI – En el año 2014, el primer ministro de la India, Narendra Modi, llegó al poder al frente del Partido Bharatiya Janata (BJP) después de articular la visión de una India reavivada, un gigante en el ámbito de la fabricación, con capacidades de alta tecnología que podrían satisfacer las crecientes aspiraciones de un creciente población joven. Modi prometió a los votantes que su administración sería una era de “achhe din” (buenos tiempos), marcada por “un aparato gubernamental mínimo, con máximas gobernanza”, prometió desarrollo inclusivo (“sab ka saath sab ka vikas”), alto nivel de empleo, y crecimiento económico en aumento, así como también prosperidad. Grandes masas de votantes le creyeron.

Sin embargo, en las recientes elecciones en la India, Modi no repitió nada de esto. Sabía muy bien que el vacío de sus propias promesas (y, su gran fracaso en cuanto a cumplir cualquiera de ellas) retornaría a atormentarlo como boomerang, si él repetía dichas promesas.

Por lo tanto, en lugar de ello, Modi realizó una campaña muy distinta. India, Modi afirmó, fue acosada por enemigos internos y externos. Sólo él (un musculoso nacionalista con un pecho de 56 pulgadas), y su fornida y alerta banda de vigilantes Chowkidars podrían mantener al país a salvo de terroristas, infiltrados, “antinacionales” y “termitas” que están en busca de ahuecar la estructura robusta de la mayoritaria Hindu Rashtra, una nación hindú, que él se encuentra construyendo. Su campaña funcionó. La campaña “caqui” de Modi le dio una victoria electoral aún mayor que la del año 2014: Modi obtuvo 303 de los 543 escaños en la Cámara Baja y otros 50 quedaron en manos de sus aliados.

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