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La batalla por la reforma jubilatoria francesa

PARÍS – Un año después de las protestas de los gilets jaunes (chalecos amarillos) desencadenadas por la propuesta del impuesto a los combustibles, Francia enfrenta otra crisis, esta vez por la reforma jubilatoria. Las manifestaciones masivas llevan más de 50 días sin pausas, ni siquiera por Navidad y Nochebuena. Las huelgas interrumpieron el funcionamiento de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SNCF, por su sigla en francés) y de la red de autobuses y subterráneos RATP, generando pérdidas de más de 1000 millones de EUR (1100 millones de USD) para esas empresas. La huelga en el sistema de transporte ya llegó a su fin, pero la confrontación dista de haber terminado.

Las reformas jubilatorias propuestas por el presidente francés Emmanuel Macron son tanto profundas como necesarias. Con el actual sistema obligatorio de pensiones, existe mucha disparidad entre los esquemas contables que determinan los beneficios para los distintos sectores y ocupaciones. El sistema es resultado de un proceso histórico de larga data, orientado a ampliar la protección social para los ancianos, basado en los principios prevalentes cuando terminaba la Segunda Guerra Mundial.

Las propuestas del gobierno de Macron son audaces, pero no pretenden afectar los esquemas de reparto, ni socavan el principio más amplio de la solidaridad intergeneracional. El pago total de jubilaciones será financiado cada año con las contribuciones al seguro social resultantes de los ingresos de los trabajadores activos en ese mismo año. La edad jubilatoria mínima fijada en 2010, de 62 años, se mantendrá por el momento. El nuevo sistema seguirá costando alrededor del 14 % del PBI (mucho más que en la mayoría del resto de los países europeos).

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