BUENOS AIRES – La salud es mucho más que un asunto personal; es esencial para el bienestar y la productividad de una sociedad. Pero lograr resultados de salud equitativos para todos sigue siendo un desafío. Esto es especialmente cierto en América Latina y el Caribe (LAC), una región afectada por desigualdades extremas y persistentes.
Ciertamente, en cuanto a sus principales preocupaciones de salud, LAC está lejos de ser una excepción. Hace tres décadas, la región se ocupaba principalmente de enfermedades maternas, neonatales y transmisibles. Ahora, al igual que gran parte del resto del mundo, enfrenta un creciente aumento de enfermedades no transmisibles (ENT), que incluyen condiciones cardiovasculares, cánceres, diabetes y trastornos de salud mental. Pero este cambio presenta desafíos únicos en una región donde la carga de la enfermedad recae desproporcionadamente en los más desfavorecidos.
Las grandes disparidades de salud en la región son particularmente pronunciadas en la infancia. Por ejemplo, la mortalidad infantil es casi cuatro veces mayor en LAC que en los países de la OCDE. Nuestro estudio encuentra que, en Bolivia, Guatemala, Haití y Perú, la mortalidad es aproximadamente tres veces mayor para los niños cuyos padres completaron como máximo la educación primaria en comparación con aquellos cuyos padres completaron la secundaria. Además, en Colombia y Paraguay, la mortalidad infantil es más de cinco veces mayor para los hogares en el quintil de riqueza más bajo en comparación con aquellos en el más alto.
BUENOS AIRES – La salud es mucho más que un asunto personal; es esencial para el bienestar y la productividad de una sociedad. Pero lograr resultados de salud equitativos para todos sigue siendo un desafío. Esto es especialmente cierto en América Latina y el Caribe (LAC), una región afectada por desigualdades extremas y persistentes.
Ciertamente, en cuanto a sus principales preocupaciones de salud, LAC está lejos de ser una excepción. Hace tres décadas, la región se ocupaba principalmente de enfermedades maternas, neonatales y transmisibles. Ahora, al igual que gran parte del resto del mundo, enfrenta un creciente aumento de enfermedades no transmisibles (ENT), que incluyen condiciones cardiovasculares, cánceres, diabetes y trastornos de salud mental. Pero este cambio presenta desafíos únicos en una región donde la carga de la enfermedad recae desproporcionadamente en los más desfavorecidos.
Las grandes disparidades de salud en la región son particularmente pronunciadas en la infancia. Por ejemplo, la mortalidad infantil es casi cuatro veces mayor en LAC que en los países de la OCDE. Nuestro estudio encuentra que, en Bolivia, Guatemala, Haití y Perú, la mortalidad es aproximadamente tres veces mayor para los niños cuyos padres completaron como máximo la educación primaria en comparación con aquellos cuyos padres completaron la secundaria. Además, en Colombia y Paraguay, la mortalidad infantil es más de cinco veces mayor para los hogares en el quintil de riqueza más bajo en comparación con aquellos en el más alto.