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La crisis en cámara lenta de Japón

TOKIO – Si usted escucha a los líderes estadounidenses, europeos o incluso los chinos, Japón es el futuro económico que nadie quiere. Al vender paquetes de estímulo masivos y rescates bancarios, los líderes occidentales dijeron a sus pueblos, “tenemos que hacer esto o acabaremos como Japón, atascado en una recesión y deflación durante una década o más.”

A los líderes chinos les encanta señalar a Japón como la razón principal para no permitir ninguna apreciación significativa de su moneda notablemente subvaluada. “Los líderes occidentales obligaron a Japón a permitir que su moneda subiera en la segunda mitad de los años ochenta, y miren el desastre que siguió."

Sí, nadie quiere ser Japón, el ángel caído que pasó de ser una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo durante más de tres décadas a una que ha avanzado muy lentamente durante los últimos 18 meses. Nadie quiere vivir con el trauma de una deflación (caída de los precios) como la que Japón ha experimentado repetidamente. Nadie quiere navegar en la precaria dinámica de deuda gubernamental a que se enfrenta Japón, con niveles de endeudamiento muy superiores al 100% del PIB (incluso si uno toma en cuenta las vastas participaciones de reservas de divisas del gobierno japonés.) Nadie quiere pasar de ser un actor mundial prominente a un ejemplo típico de estancamiento económico.

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