El debate de Irán sobre Irak

Ningún país del Oriente Próximo está más pendiente de los sucesos de la posguerra en Irak que Irán. La proximidad geográfica, una intensa y sangrienta historia de conflictos con el Irak de Saddam Hussein, las conexiones religiosas y emocionales con el Irak chiíta y las preocupaciones acerca de Estados Unidos y sus políticas en la región son todos lazos que unen a Irán con su vecino occidental. Dadas las actuales tensiones con EEUU, Irán está particularmente preocupado por la probabilidad de que los estadounidenses se establezcan de manera permanente en la nación vecina, así como por el papel dominante de EEUU en la determinación del futuro del Irak pos-Saddam.

A quienes se encuentran fuera del país les puede resultar difícil seguir los debates internos iraníes, pero estos existen y son intensos, aunque no siempre sean visibles para el público internacional más general. Hay tres enfoques generales que se pueden reconocer en el debate iraní actual acerca del Irak pos-Saddam.

Los pragmáticos iraníes argumentan que inevitablemente Irán deberá cooperar con EEUU, por lo menos para asegurar los derechos de la población iraquí chiíta. Por esta razón, Irán debería obtener seguridades de que un nuevo liderazgo en Irak no le sería hostil, y debería buscar relaciones bilaterales amistosas.

Otras consideraciones vitales para los pragmáticos son la preservación de la integridad territorial de Irak y la repatriación de decenas de miles de refugiados iraquíes que viven en Irán. Estos moderados piensan que el gobierno de Irán debería presionar a EEUU para lograr la extradición de los miembros de la Organización Mujahdin-e Khalq (MKO) que tienen su base en Irak, así como el desmantelamiento total de este grupo.

A cambio de ello, el gobierno de Irán debería dar su apoyo al aseguramiento de la paz, la estabilidad y la seguridad en Irak. En suma, los pragmáticos limitarían los tratos entre Irán y EEUU, manteniéndolos centrados en un programa que reflejaría principalmente las preocupaciones internas de Irán. Las fuerzas conservadoras iraníes apoyan mayoritariamente esta posición.

Otra postura ambiciona un papel más activo y cooperador de Irán en la reconstrucción de Irak. Los partidarios de esta visión argumentan que Irán está en una buena posición para hacer que la reconstrucción sea más fácil, debido a su infraestructura bien establecida de lazos personales e institucionales en Irak. Tarde o temprano, argumentan, EEUU y la comunidad internacional reconocerán el valor de la cooperación iraní.

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La cooperación iraní se debería pagar con el desmantelamiento de la infraestructura del MKO en Irak, quizás unido al compromiso iraní de aumentar sus esfuerzos por acabar con cualquier actividad de al Qaeda, así como de expulsar de Irán a sus miembros. Lo que es más importante, Irán debería presionar para que EEUU le dé la seguridad de que su cooperación tendrá como elemento recíproco la garantía estadounidense de que Irán no será el objetivo de una acción militar de EEUU en el futuro.

En suma, los partidarios de la cooperación piden una negociación abierta y explícita: el apoyo de Irán a la estabilidad durante la actual fase de transición en Irak, así como su compromiso con mantener relaciones de cooperación con el gobierno permanente que surja en Irak, cualquiera sea su signo, a cambio de una mejora de la posición regional e internacional de Irán. Esta visión es muy popular entre los reformistas iraníes (tanto dentro como fuera del gobierno) y la clase tecnocrática y comercial con mentalidad más internacional.

Finalmente, para los radicales iraníes, la posibilidad de entablar relaciones de cooperación con EEUU es una pura fantasía. Creen que EEUU está decidido a minar la seguridad de Irán y dañar sus intereses nacionales. Desde el punto de vista de los radicales, lo menos que EEUU espera es dictar cambios de envergadura en la política exterior iraní. Y lo que más se proponen los estadounidenses, argumentan, es presionar por un cambio de régimen en Irán. EEUU emprenderá iniciativas contra la adquisición de conocimientos y energía nuclear por parte de Irán, y puede incluso intentar debilitar la capacidad militar general iraní.

Estos radicales ven la invasión de EEUU a Irak como el reflejo del deseo estadounidense de cercar a Irán. En respuesta, creen que Irán debe defender sus intereses de manera activa, formando alianzas estratégicas con Rusia y otras potencias regionales y usando la influencia de Irán en Irak para impedir que en Bagdad emerja un gobierno proestadounidense y antiiraní. Los radicales de todas las facciones apoyan esta visión.

Derrocar el régimen de Saddam fue la parte fácil de la crisi iraquí. Ahora viene lo difícil: afianzar la paz y la seguridad, ganar la guerra contra el terrorismo y convencer a las masas musulmanas de que EEUU no tiene la intención de ocupar Irak, apoderarse de su petróleo y remodelar el Oriente Próximo a su imagen y semejanza. Mientras tanto, es probable que aumente la oposición a EEUU, expresada en bombazos suicidas y otras formas de terrorismo.

Irán está destinado a seguir jugando un papel regional de primera importancia, debido a que su dinamismo político y su identidad musulmana resuenan ampliamente en el mundo musulmán. Lo que ocurra en Irak tendrá implicancias de primera importancia para Irán, y EEUU está bien aconsejado en cuanto a buscar maneras de reconocer este hecho. Las amenazas estadounidenses, o las especulaciones sobre otra guerra, inflaman las llamas del resentimiento y la frustración en Irán, fortaleciendo a las fuerzas más radicales. Si EEUU desea evitar este resultado, debe considerar limitar la influencia de sus propios radicales, reconociendo que los intereses estadounidenses en Irak se benefician con una mayor cooperación con Irán.

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