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La verdadera Golda

SAN DIEGO – Se acaba de estrenar una película con Helen Mirren en el papel de Golda Meir, cincuenta años después de la guerra que puso fin a la carrera de la primera ministra israelí.La (bastante soporífera) cinta, titulada Golda, hace un retrato fiel de su personaje fumando un Chesterfield tras otro, pero pasa de costado por una enseñanza diplomática oportuna: un líder eficaz tiene que conocer la personalidad de la otra parte, así como sus intereses nacionales.

Estados Unidos ha cometido errores cuando sus presidentes confundieron ambas cosas. El presidente Barack Obama creyó que entendía a su homólogo sirio Bashar Al Assad, cuando le advirtió que usar armas químicas sería cruzar una «línea roja». Assad se burló de él y las usó igual. Oliendo debilidad, el presidente ruso Vladímir Putin mandó sus tropas a invadir Crimea.

Más tarde, Donald Trump mezcló su relación personal con el norcoreano Kim Jong‑un con la política del gobierno, y alardeó de que una «hermosa» carta del dictador había cambiado la dinámica de la relación entre Estados Unidos y Corea del Norte. Y cuando el presidente Joe Biden ordenó a las tropas estadounidenses retirarse de Afganistán, creyó que tenía a los talibanes controlados. No era así, y la apresurada partida de Estados Unidos dejó helicópteros Black Hawk y Apache (armas letales) en manos de un régimen bárbaro.

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