

Many would regard the middle of a pandemic-induced economic crisis as the wrong time to sound the alarm about the potential dangers of profligate government spending. But as US President Joe Biden’s proposed $1.9 trillion economic rescue plan works its way through Congress, it is not only Republicans who are asking whether providing too much fiscal stimulus could be just as risky as delivering too little.
LONDRES – El fondo de 500 mil millones de EUR (547 mil millones de USD) para la recuperación de la COVID-19 que propusieron la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron fue recibido como un punto de inflexión para la Unión Europea, por buenos motivos. Más allá de sus implicaciones económicas concretas, la propuesta reafirma un compromiso con la solidaridad por parte de las dos mayores economías de la UE, preparando así el terreno para un avance genuino hacia la unión fiscal.
La propuesta básica es simple: la UE tomaría créditos de largo plazo en el mercado con la garantía implícita del presupuesto común, luego canalizaría los fondos obtenidos hacia las regiones y sectores más golpeados por la crisis de la COVID-19.
Aún hay mucho por negociar, por ejemplo, si ofrecer créditos o subsidios, el tipo de condiciones que corresponderían a los proyectos y el grado en el cual habría que aumentar la capacidad fiscal agregada. La oposición de los llamados «cuatro frugales» —Austria, los Países Bajos, Finlandia y Suecia— indudablemente obligará a buscar un acuerdo.
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