PARÍS – En el decenio que pasó desde la crisis financiera global, mucho se discutió la forma de reforzar la resiliencia del sistema financiero. Pero pese a que se lograron algunos avances, es posible que la respuesta mayoritariamente fragmentaria siga resultando inadecuada para sostener la estabilidad financiera a largo plazo. Y el día de la prueba puede no estar lejos, dada la pérdida de fuerza de la tendencia alcista de los mercados.
No hay modo de saber cuándo estallará la próxima crisis, mucho menos cuánto durará o cuán dañina será. Pero es indudable que los riesgos que enfrentamos ameritan un enfoque más holístico, similar al que se reclamó inmediatamente después de la crisis de 2008 (aunque esos reclamos perdieron fuerza conforme se recuperaron los mercados). Esto implica acordar e implementar una nueva visión para la gestión de la economía global; evaluarla rigurosamente y ajustarla según sea necesario; y garantizar la plena responsabilidad de todas las partes involucradas.
Esta visión debe incluir cambios profundos y continuos (desde lo referido a la creciente concentración del poder de mercado hasta la creciente automatización de la toma de decisiones). También debe tener en cuenta el ascenso de China, que hace necesaria una mayor incorporación del país en los órganos de gobernanza (algo que tendrá amplias derivaciones, especialmente ahora que comienza a mostrarse como un actor global no tan benevolente).
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The banking system we take for granted is unfixable. The good news is that we no longer need to rely on any private, rent-seeking, socially destabilizing network of banks, at least not the way we have so far.
shows why the current private system is unfixable – and why we don’t need to tolerate it anymore.
Like Vladimir Putin, China's leader is so steeped in a narrative of victimhood and fearful of appearing weak that it is hard to imagine him ever leading China out of the mess he has created. He could well be remembered as the leader who squandered history's most remarkable economic success story.
about the country's increasingly worrisome trajectory, both at home and abroad.
Artificial IdiocyFrank Rumpenhorst/picture alliance via Getty Images
PARÍS – En el decenio que pasó desde la crisis financiera global, mucho se discutió la forma de reforzar la resiliencia del sistema financiero. Pero pese a que se lograron algunos avances, es posible que la respuesta mayoritariamente fragmentaria siga resultando inadecuada para sostener la estabilidad financiera a largo plazo. Y el día de la prueba puede no estar lejos, dada la pérdida de fuerza de la tendencia alcista de los mercados.
No hay modo de saber cuándo estallará la próxima crisis, mucho menos cuánto durará o cuán dañina será. Pero es indudable que los riesgos que enfrentamos ameritan un enfoque más holístico, similar al que se reclamó inmediatamente después de la crisis de 2008 (aunque esos reclamos perdieron fuerza conforme se recuperaron los mercados). Esto implica acordar e implementar una nueva visión para la gestión de la economía global; evaluarla rigurosamente y ajustarla según sea necesario; y garantizar la plena responsabilidad de todas las partes involucradas.
Esta visión debe incluir cambios profundos y continuos (desde lo referido a la creciente concentración del poder de mercado hasta la creciente automatización de la toma de decisiones). También debe tener en cuenta el ascenso de China, que hace necesaria una mayor incorporación del país en los órganos de gobernanza (algo que tendrá amplias derivaciones, especialmente ahora que comienza a mostrarse como un actor global no tan benevolente).
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