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Brasil tiene que volver a empezar

RÍO DE JANEIRO – «Rezo por que mi familia pueda algún día asistir a menos funerales y más ceremonias de graduación». Estas palabras, dichas por Douglas, un brasileño de São Gonçalo, resonaron en mis oídos como un disparo. El padre de Douglas murió en una balacera antes de que él naciera; su madre fue acribillada en su 11.er cumpleaños. Como tantos niños brasileños de su edad, se vio obligado a abandonar la escuela para mantener a sus hermanos.

Después de pasar tiempo con Douglas en São Gonçalo, una de las ciudades más pobres y violentas del estado de Río de Janeiro, me quedó claro que es una víctima de la «lotería de códigos postales». Douglas vive en una de las ciudades más desiguales de uno de los países más desiguales del mundo. Estadísticamente, tendrán que pasar nueve generaciones antes de que alguien de su vecindario pueda ascender a la clase media.

Douglas no está sólo, como conductor de la mayor red de televisión de Brasil, dediqué dos décadas a compartir las historias de quienes viven en las favelas más grandes del país y las comunidades más remotas del Amazonas, y como emprendedor social, busco continuamente nuevas formas de liberar el potencial de las decenas de millones de brasileños que viven en la pobreza.

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