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La UE que no sabe decir que no

PARÍS – En el mes de julio, el anuncio del nuevo fondo de recuperación de la Unión Europea de 750.000 millones de euros (918.000 millones de dólares), llamado Next Generation UE, fue considerado revolucionario por muchos (y con justa razón). Nunca antes la UE se había endeudado para financiar transferencias y préstamos baratos para ayudar a los estados miembro a recuperarse de una importante sacudida económica. Al romper con tabúes de larga data, la iniciativa puede inclusive allanar el camino para una unión fiscal.

Pero la UE no puede alcanzar sus objetivos a menos que el dinero blando venga de la mano de estándares duros. El dinero del cielo puede ser una bendición y también una maldición. Si se lo gasta bien, puede poner fin a los atolladeros políticos y dar lugar a recuperaciones económicas. Pero si se lo distribuye indiscriminadamente, alienta la captura estatal y el clientelismo político. Los fondos de recuperación deberían defender los valores de la UE y cumplir objetivos bien definidos.

Para que su ambición encomiable no se desvirtúe, la UE debe poder decir que no a los estados miembro, cuando los autócratas electos pisotean abiertamente los principios europeos utilizando al mismo tiempo dinero de la UE para endurecer su control del poder, y si los programas de gasto propuestos por los gobiernos no pasan la prueba de efectividad. Desafortunadamente, parece improbable que esto vaya a suceder.

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