LONDRES – El pasado mes de noviembre, la Comisión Europea propuso una reforma radical del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea. El debate que siguió -y la propuesta actualizada que difundió la Comisión en abril- revelaron que, a pesar del progreso que ha hecho la UE a la hora de diseñar políticas comunes en los últimos años, todavía prevalece la desconfianza.
Tal como estaba formulada originalmente, la legislación propuesta de la Comisión reemplazaría los límites rígidos sobre la deuda pública y los déficits fiscales por objetivos de reducción de la deuda específicos por país (determinados por un análisis de sostenibilidad de la deuda) y planes fiscales de mediano plazo a nivel nacional. El monitoreo estaría basado en una “senda de gasto” simple -que vincule los límites del gasto neto anual, excluyendo los pagos de intereses y con un ajuste según las variaciones de los ciclos comerciales- y se fortalecería el cumplimiento.
La propuesta no convenció ni a Alemania ni a Italia. Alemania temía que el nuevo sistema le diera a la Comisión demasiada discreción sobre los objetivos de reducción de deuda, tornándolos susceptibles a las presiones políticas. Italia temía que los análisis de sostenibilidad de la deuda generaran volatilidad en el mercado de deuda soberana, y prefirió adherir a un sistema que había sido tan rígido en principio que terminó siendo flexible en términos reales.
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Since the 1990s, Western companies have invested a fortune in the Chinese economy, and tens of thousands of Chinese students have studied in US and European universities or worked in Western companies. None of this made China more democratic, and now it is heading toward an economic showdown with the US.
argue that the strategy of economic engagement has failed to mitigate the Chinese regime’s behavior.
While Chicago School orthodoxy says that humans can’t beat markets, behavioral economists insist that it’s humans who make markets, which means that humans can strive to improve their functioning. Which claim you believe has important implications for both economic theory and financial regulation.
uses Nobel laureate Robert J. Shiller’s work to buttress the case for a behavioral approach to economics.
LONDRES – El pasado mes de noviembre, la Comisión Europea propuso una reforma radical del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea. El debate que siguió -y la propuesta actualizada que difundió la Comisión en abril- revelaron que, a pesar del progreso que ha hecho la UE a la hora de diseñar políticas comunes en los últimos años, todavía prevalece la desconfianza.
Tal como estaba formulada originalmente, la legislación propuesta de la Comisión reemplazaría los límites rígidos sobre la deuda pública y los déficits fiscales por objetivos de reducción de la deuda específicos por país (determinados por un análisis de sostenibilidad de la deuda) y planes fiscales de mediano plazo a nivel nacional. El monitoreo estaría basado en una “senda de gasto” simple -que vincule los límites del gasto neto anual, excluyendo los pagos de intereses y con un ajuste según las variaciones de los ciclos comerciales- y se fortalecería el cumplimiento.
La propuesta no convenció ni a Alemania ni a Italia. Alemania temía que el nuevo sistema le diera a la Comisión demasiada discreción sobre los objetivos de reducción de deuda, tornándolos susceptibles a las presiones políticas. Italia temía que los análisis de sostenibilidad de la deuda generaran volatilidad en el mercado de deuda soberana, y prefirió adherir a un sistema que había sido tan rígido en principio que terminó siendo flexible en términos reales.
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