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La próxima crisis de gas de Europa

MILÁN – Europa puede dar un suspiro de alivio -por ahora-. Gracias a un invierno excepcionalmente benigno y a una estrategia bien diseñada de diversificación de la oferta y medidas de reducción del consumo, el continente evitó lo que podría haber sido una crisis energética catastrófica luego de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Su capacidad de almacenamiento de gas sin explorar está en torno del 60% -diez puntos porcentuales por encima del promedio histórico para esta época del año- y el precio de referencia del índice TTF ha caído más del 85% desde su pico en agosto pasado, de 340 euros por megavatio hora (360 dólares/MWh) a menos de 50 euros por megavatio hora.

Pero esta racha de buena suerte no debe llevar a la complacencia. Existe el riesgo de una variación significativa de los precios en los próximos meses, lo que incidiría fuertemente en las facturas de energía de las empresas y de los hogares. La tensión de los mercados de gas europeos probablemente se vuelva más evidente en tanto se acerque el verano, y posiblemente haga que los precios vuelvan a encaminarse hacia 100 euros/MWh, o inclusive más. La lucha contra la inflación del Banco Central Europeo todavía no terminó.

Por más compleja que sea la situación energética de Europa, se la puede entender con una aritmética relativamente simple. Antes de la invasión de Rusia, el consumo de gas natural europeo representaba poco menos de 500.000 millones de metros cúbicos (500 bcm) por año. Si sumamos el gas almacenado (inusualmente alto) de hoy, la producción doméstica y las importaciones actuales tanto de gas natural como de gas natural licuado (inclusive de Rusia), se llega a 440 bcm. En consecuencia, Europa tendrá que reducir el consumo o aumentar las importaciones de GNL 60 bcm para cubrir la brecha entre la demanda y la oferta.

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