ATENAS – Este mes, hace dos décadas, la moneda común europea se convirtió en una realidad tangible con el lanzamiento de los billetes y monedas del euro. Para celebrar la ocasión, los ministros de finanzas de la eurozona hicieron una declaración conjunta que calificó a esta divisa como “uno de los logros concretos de la integración europea”. De hecho, el euro no hizo nada para promover dicha integración. Más bien lo contrario.
El principal propósito del euro sería facilitar la integración mediante la eliminación de los costes de las conversiones de divisas y, lo que es más importante, el riesgo de sufrir devaluaciones desestabilizadoras. Se les prometió a los europeos que fomentaría el comercio transfronterizo. Los estándares de vida convergerían. El ciclo de negocios se reduciría, trayendo una mayor estabilidad de precios. Y la inversión dentro de la eurozona generaría un mayor crecimiento general y un crecimiento convergente entre los países miembros. En pocas palabras, el euro sustentaría la germanización benigna de Europa.
Veinte años después, ninguna de estas promesas se ha cumplido. Desde la formación de la eurozona, el crecimiento en su interior fue de 10%, mucho menor que el aumento del 30% del comercio global y, lo que resulta más significativo, que el aumento del 63% en el comercio entre Alemania y un trío de países de la Unión Europea que no adoptaron el euro: Polonia, Hungría y la República Checa.
To continue reading, register now.
Subscribe now for unlimited access to everything PS has to offer.
The banking system we take for granted is unfixable. The good news is that we no longer need to rely on any private, rent-seeking, socially destabilizing network of banks, at least not the way we have so far.
shows why the current private system is unfixable – and why we don’t need to tolerate it anymore.
Like Vladimir Putin, China's leader is so steeped in a narrative of victimhood and fearful of appearing weak that it is hard to imagine him ever leading China out of the mess he has created. He could well be remembered as the leader who squandered history's most remarkable economic success story.
about the country's increasingly worrisome trajectory, both at home and abroad.
Artificial IdiocyFrank Rumpenhorst/picture alliance via Getty Images
ATENAS – Este mes, hace dos décadas, la moneda común europea se convirtió en una realidad tangible con el lanzamiento de los billetes y monedas del euro. Para celebrar la ocasión, los ministros de finanzas de la eurozona hicieron una declaración conjunta que calificó a esta divisa como “uno de los logros concretos de la integración europea”. De hecho, el euro no hizo nada para promover dicha integración. Más bien lo contrario.
El principal propósito del euro sería facilitar la integración mediante la eliminación de los costes de las conversiones de divisas y, lo que es más importante, el riesgo de sufrir devaluaciones desestabilizadoras. Se les prometió a los europeos que fomentaría el comercio transfronterizo. Los estándares de vida convergerían. El ciclo de negocios se reduciría, trayendo una mayor estabilidad de precios. Y la inversión dentro de la eurozona generaría un mayor crecimiento general y un crecimiento convergente entre los países miembros. En pocas palabras, el euro sustentaría la germanización benigna de Europa.
Veinte años después, ninguna de estas promesas se ha cumplido. Desde la formación de la eurozona, el crecimiento en su interior fue de 10%, mucho menor que el aumento del 30% del comercio global y, lo que resulta más significativo, que el aumento del 63% en el comercio entre Alemania y un trío de países de la Unión Europea que no adoptaron el euro: Polonia, Hungría y la República Checa.
To continue reading, register now.
Subscribe now for unlimited access to everything PS has to offer.
Subscribe
As a registered user, you can enjoy more PS content every month – for free.
Register
Already have an account? Log in