LONDRES – El idioma incide sobre nuestra manera de pensar y percibir al mundo y, por ello, sobre lo que ocurre en él; por eso me preocupo menos por la difícil situación actual del planeta que por las palabras que usamos para describirla.
Por ejemplo, usamos la palabra «guerra» para describir un fenómeno que existe independientemente del término que le asignemos... pero si describimos y percibimos continuamente al mundo como un sitio hostil, tiende a serlo. De igual modo, cuando afirmamos que estamos al borde de la tercera guerra mundial —como muchos, últimamente— eso puede convertirse en una profecía autocumplida.
Empecé a considerar el impacto de la evolución del idioma sobre las ideas en la década de 1970, después de leer el ensayo de George Orwell «La política y el idioma inglés»; en esa época me impactaba la creciente vaguedad del lenguaje de los políticos.
LONDRES – El idioma incide sobre nuestra manera de pensar y percibir al mundo y, por ello, sobre lo que ocurre en él; por eso me preocupo menos por la difícil situación actual del planeta que por las palabras que usamos para describirla.
Por ejemplo, usamos la palabra «guerra» para describir un fenómeno que existe independientemente del término que le asignemos... pero si describimos y percibimos continuamente al mundo como un sitio hostil, tiende a serlo. De igual modo, cuando afirmamos que estamos al borde de la tercera guerra mundial —como muchos, últimamente— eso puede convertirse en una profecía autocumplida.
Empecé a considerar el impacto de la evolución del idioma sobre las ideas en la década de 1970, después de leer el ensayo de George Orwell «La política y el idioma inglés»; en esa época me impactaba la creciente vaguedad del lenguaje de los políticos.