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Cooperar para el desarrollo de una vacuna beneficia a todos

CAMBRIDGE – Mientras países de todo el mundo estudian estrategias para el desarrollo de una vacuna contra la COVID‑19, debería estar claro que el modo más rápido y eficaz de hacerlo es trabajando juntos. La distribución a gran escala de una vacuna eficaz es la intervención que más ayudará a reiniciar la economía mundial, algo cuya urgencia no puede ser mayor, visto que cada mes se evaporan 375 000 millones de dólares de riqueza global.

Hasta ahora, la dirigencia internacional comprometió 8000 millones de dólares a la financiación del proyecto Acelerador del acceso a herramientas contra la COVID‑19, un acuerdo mundial de cooperación para el desarrollo de medios de diagnóstico, medicamentos y vacunas. Pero es sólo una minúscula parte de la inversión que se necesita para llegar lo antes posible a la producción a gran escala de una vacuna. En el desarrollo de vacunas o drogas, menos de la décima parte de las candidatas que ingresan a la fase de ensayo clínico llegan a obtener la autorización de uso. Y conseguida esta, el aumento de la escala de producción a los niveles necesarios supondrá muchas otras incertidumbres. La fabricación de vacunas es un proceso intrincado, que demanda permisos de las autoridades en cada una de las etapas y en cada una de las plantas de producción. Como algunas de las posibles vacunas para la COVID‑19 se basan en plataformas que por el momento no están aprobadas, estos protocolos de seguridad y control de calidad pueden dificultar todavía más el despliegue rápido de una vacuna.

La colaboración es el mejor modo de controlar estos riesgos. Una inversión multilateral en una cartera diversificada de vacunas candidatas facilitará el aumento de la capacidad de producción una vez establecida la seguridad y eficacia de una de ellas. Dado lo mucho que se desconoce en relación con el nuevo coronavirus, calculamos que lo ideal sería una inversión de unos 145 000 millones de dólares (el 0,17% del PIB mundial); pero ya con la mitad de eso se pueden obtener beneficios sustanciales. Estados Unidos y China han preferido una estrategia de inversión individual, pero aun así obtendrían beneficios de la colaboración internacional, sea por medio del Acelerador o mediante contratos agrupados que se negocien directamente entre los países y las empresas.

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