

From semiconductors to electric vehicles, governments are identifying the strategic industries of the future and intervening to support them – abandoning decades of neoliberal orthodoxy in the process. Are industrial policies the key to tackling twenty-first-century economic challenges or a recipe for market distortions and lower efficiency?
CAMBRIDGE – China lleva invertidas cifras astronómicas en aumentar su poder blando, pero últimamente esto generó una reacción en los países democráticos. Un nuevo informe de la Fundación Nacional para la Democracia sostiene que hay que repensar el poder blando, porque “el vocabulario conceptual que se usó desde el final de la Guerra Fría ya no parece aplicable a la situación contemporánea”.
El informe describe las nuevas influencias autoritarias que se experimentan en el mundo como “poder punzante” (sharp power). Una reciente nota de tapa en The Economist define el “poder punzante” por el uso de “subversión, hostigamiento y presión, que se combinan para promover la autocensura”. Mientras que el poder blando utiliza el atractivo de la cultura y los valores para aumentar la fortaleza de un país, el poder punzante es una herramienta de regímenes autoritarios para forzar conductas en el país de origen y manipular la opinión en el extranjero.
El término “poder blando” (la capacidad de influir en otros mediante la atracción y la persuasión en vez del poder duro de la coerción y el pago) se usa a veces en referencia a cualquier ejercicio de poder que no implique el uso de la fuerza. Pero es un error. A veces el poder depende de las victorias militares o económicas, pero también puede depender de las victorias narrativas.
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