La red en desarrollo de China

HONG KONG—En un artículo reciente, el economista Axel Leijonhufvud define el sistema de mercado como una red de contratos. Como éstos están interconectados, una suspensión de pagos puede desencadenar una avalancha de promesas incumplidas, “[con lo que sería] posible la destrucción de prácticamente toda la red de contratos oficiales y oficiosos que el sistema de mercado requiere para su funcionamiento”. El papel del Estado es el de proteger, hacer cumplir y regular dichos contratos y los derechos de propiedad conexos, además de intervenir para impedir el fallo sistémico.

Esa red de contratos, con frecuencia dada por sentada en la corriente principal de la economía, hasta el punto de que resulta casi invisible, encarna las normas oficiales y oficiosas inherentes al sistema de mercado que modela y constriñe el comportamiento individual y social. Constituyen el tejido de todas las instituciones humanas.

Los sistemas económicos avanzados tienen redes de contratos muy complejas, como, por ejemplo, los derivados financieros. En el caso de Europa –sostiene Leijonhufvud– eso entraña un planteamiento triple que se centra en “los niveles de apalancamiento”, “las disparidades de los vencimientos” y “la topología de la red”, es decir, “su conectividad y la presencia de nodos fundamentales ‘demasiados grandes para quebrar’ ”. Se debe a que “en la red de contratos han aparecido graves incoherencias”. La insistencia en que se cumplieran todos los contratos “causaría un desplome de grandes porciones de la red”, con “unas consecuencias económicas graves y otras políticas y sociales incalculables”.

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