Chinese President Xi Jinping and Argentina's President Mauricio Macri Damir Sagolj/Pool/Getty Images

Los colaboradores elitistas de China

HONG KONG – A comienzos de este siglo, cuando China lanzó su política de “salir afuera” -centrada en el uso de reservas de divisas para sustentar la expansión y las adquisiciones en el exterior por parte de las compañías chinas-, pocos esperaban que el país rápidamente se convirtiera en un actor económico principal en América Latina. Sin embargo, eso es exactamente lo que ha sucedido. La pregunta es si esto es bueno para América Latina. 

En menos de 15 años, China ha pasado de desempeñar un papel económico más bien marginal en América Latina a estar entre los principales inversores y socios comerciales de la mayoría de los países en la región, así como su principal prestamista y constructor de infraestructuras. En tanto que sus planes económicos en América Latina avanzan sin problemas -una tendencia que, al parecer, es improbable que vaya a cambiar en el corto plazo-, ahora China ha fijado su interés en otro objetivo: expandir su influencia política en la región y más allá. 

Por supuesto, la condición de China como peso pesado económico ya le proporciona un grado importante de influencia política. Pero el estado chino y el gobernante Partido Comunista Chino (PCCh) también han lanzado una estrategia más directa, coordinada y de amplio alcance para expandir su poder blando. 

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