DAKAR - El pueblo de Senegal está profundamente desilusionado. En el año 2000 acudió con entusiasmo a las urnas para elegir a Abdoulaye Wade como su presidente. Wade había hecho campaña como un agente de cambio, pero este no llegó a Senegal en su década en el poder. Ahora el único cambio que quiere hacer es a la Constitución, para permanecer en el poder.
Por desgracia, resultó ser casi una caricatura del adormilado potentado africano para quien el poder, el nepotismo y la malversación de fondos se vuelven indistinguibles. Identificó tan profundamente sus intereses y los de su familia con el Estado que nombró a su hijo, Karim Wade, a la cabeza de cuatro ministerios diferentes -cooperación internacional, transporte aéreo, infraestructura y energía- al mismo tiempo.
Para lograr que, de alguna manera, el joven Wade sea su sucesor, el presidente de 86 años de edad ha recurrido a todos los trucos. Se las arregló para que su heredero designado apareciera en una fotografía junto con el presidente Barack Obama durante la reunión del G-8 en Deauville a principios de este año, y a ello le siguió un viaje a Benghazi -en un vuelo escoltado por Mirages franceses- para fustigar al coronel Muammar Gadafi. De este modo Wade rompía filas con el resto de la Unión Africana, esperando ingenuamente ganar el apoyo de Francia y Occidente para su intento por retener el poder.
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The banking system we take for granted is unfixable. The good news is that we no longer need to rely on any private, rent-seeking, socially destabilizing network of banks, at least not the way we have so far.
shows why the current private system is unfixable – and why we don’t need to tolerate it anymore.
Like Vladimir Putin, China's leader is so steeped in a narrative of victimhood and fearful of appearing weak that it is hard to imagine him ever leading China out of the mess he has created. He could well be remembered as the leader who squandered history's most remarkable economic success story.
about the country's increasingly worrisome trajectory, both at home and abroad.
Artificial IdiocyFrank Rumpenhorst/picture alliance via Getty Images
DAKAR - El pueblo de Senegal está profundamente desilusionado. En el año 2000 acudió con entusiasmo a las urnas para elegir a Abdoulaye Wade como su presidente. Wade había hecho campaña como un agente de cambio, pero este no llegó a Senegal en su década en el poder. Ahora el único cambio que quiere hacer es a la Constitución, para permanecer en el poder.
Por desgracia, resultó ser casi una caricatura del adormilado potentado africano para quien el poder, el nepotismo y la malversación de fondos se vuelven indistinguibles. Identificó tan profundamente sus intereses y los de su familia con el Estado que nombró a su hijo, Karim Wade, a la cabeza de cuatro ministerios diferentes -cooperación internacional, transporte aéreo, infraestructura y energía- al mismo tiempo.
Para lograr que, de alguna manera, el joven Wade sea su sucesor, el presidente de 86 años de edad ha recurrido a todos los trucos. Se las arregló para que su heredero designado apareciera en una fotografía junto con el presidente Barack Obama durante la reunión del G-8 en Deauville a principios de este año, y a ello le siguió un viaje a Benghazi -en un vuelo escoltado por Mirages franceses- para fustigar al coronel Muammar Gadafi. De este modo Wade rompía filas con el resto de la Unión Africana, esperando ingenuamente ganar el apoyo de Francia y Occidente para su intento por retener el poder.
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