tharoor181_ARUN SANKARAFP via Getty Images_indiamanipurprotest Arun Sankar/AFP via Getty Images

El estado de violencia en la India

NUEVA DELHI – En la India los estallidos periódicos de violencia no son cosa extraña. Pero el horror a fuego lento que se desarrolla en el estado nororiental de Manipur ha sacudido al país y paralizado a su parlamento. Y no hay solución a la vista.

Manipur es un pequeño estado que linda con Birmania (Myanmar) y está agitado desde inicios de mayo por un feroz conflicto entre las comunidades meitei y kuki, el cual gira en torno de la posesión de tierras, el otorgamiento de estatus tribal a ciertos grupos, el tráfico de drogas y las migraciones. Los enfrentamientos han dejado una estela de humillación, heridas y muerte. Ha habido mujeres desnudadas en público y despojadas de su dignidad por facciones rivales; en algunos casos particularmente horrendos, han sido víctimas de violación y asesinato. Incontables vidas quedaron trastocadas; las ruinas en que se han convertido las propiedades de muchas personas son cruel recordatorio de la inseguridad a la que están expuestas. Y hasta ahora, el gobierno central y los partidos de la oposición apenas han logrado avances para poner fin al horror y restaurar la paz.

El conflicto en Manipur no estalló de un día para el otro. La situación actual es resultado de una compleja red de factores, en la que se destacan importantes desequilibrios demográficos. Los meitei se quejan de que poseen apenas el 10% de las tierras del estado, a pesar de ser el 53% de su población. Y aunque los kuki equivalen a sólo el 16% de la población, junto con los naga (24%) controlan el 90% restante de las tierras. Los kuki sostienen que el 90% de su 90% es estéril, pedregoso y montañoso, mientras que las tierras de los meitei son fértiles y están ricamente cultivadas.

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